Una reflexión sobre el PEI, el modelo pedagógico crítico-social y el compromiso docente en el ITAA
Hay algo profundamente humano en la curiosidad. Esa chispa que impulsa a los niños a acercar su mano al fuego —no para quemarse, sino para entender por qué arde— es la misma que debemos mantener viva como educadores. En estos días, al compartir algunos videos en nuestro grupo institucional, me surgió una reflexión: ¿Cuántas veces esa curiosidad tan natural se ve adormecida por la rutina escolar?
No fueron videos compartidos al azar. Cada uno de ellos tenía una intención clara, un llamado, casi una provocación: que nos preguntemos “¿por qué ahora? ¿para qué?”. Porque ese acto de “colgarlos” —como lo expresé en nuestra jerga digital— tiene un fondo más profundo: invitar a repensar la coherencia pedagógica de nuestra institución.
El Proyecto Educativo Institucional, nuestro PEI, no es un documento decorativo. Es una arquitectura viva, compuesta por el Modelo Pedagógico Crítico-Social, el Plan de Estudios, los Planes de Aula y los diferentes componentes que permiten construir verdaderas experiencias de aprendizaje. Pero esa estructura solo cobra sentido cuando cada docente se la apropia, entiende y encarna. El aula no es una isla; es parte de un estilo común, de una visión compartida: el estilo Itaísta.
Nuestros estudiantes deben sentir que sus docentes —todos y todas— caminan en la misma dirección. Que, aunque las estrategias y métodos puedan ser diversos, existe una didáctica estratégica coherente con un enfoque pedagógico transformador. Que lo que se vive en Lengua Castellana tiene eco en Ciencias Naturales; que lo que se problematiza en Matemáticas puede desarrollarse en Tecnología. La transversalidad entre áreas le da sentido a nuestro quehacer y significado al aprendizaje.
Desde el año pasado, nuestros coordinadores Juan y Freddy han liderado este proceso con compromiso admirable. Diseñaron una estructura institucional para el Plan de Aula que recoge nuestra identidad pedagógica y ha sido presentada en los Consejos Académicos. En la primera muestra, conocimos los avances, pero también identificamos dificultades que debemos acompañar. En la próxima semana de desarrollo institucional, volveremos a revisar ese termómetro, con la confianza de que ya se ha fortalecido la apropiación del estilo Itaísta.
Esta es una provocación desde la conciencia.
¿Ya planeas con el Modelo Pedagógico Crítico-Social?
¿Estás transformando el entorno desde tu aula?
¿Tus estudiantes están aprendiendo a pensar, a proponer, a cambiar?
Los directivos también están comprometidos en este camino. Serán los primeros en sugerir, orientar y dialogar. Pero también recordemos algo que nos interpela a todos: si no queremos ser llamados al orden, caminemos con orden. No hay nada más sencillo y digno que cumplir con nuestro quehacer con responsabilidad y entusiasmo, cuando sentimos pasión por lo que hacemos.
Ese es el espíritu Itaísta.
Uno que no se conforma con la repetición.
Uno que sueña con una escuela transformadora, coherente con el mundo, pero fiel a sus raíces.
Porque, si algo tengo claro, es que la curiosidad bien dirigida puede cambiar una escuela.
Y una escuela comprometida… puede cambiar el mundo.
Abstracción del presente Itaísta por: Mg. César Julián Pacheco Valderrama
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